El trabajo puede perjudicar la salud y en muchos casos lo hace. La ansiedad en el trabajo o relacionada con este es un mal común.
No es consuelo que haya tantas personas agobiadas, atrapadas en el estrés quién sabe hasta cuándo. Aunque, debido a ello, conocemos maneras eficaces de abordar el problema.
Aquí tienes soluciones para afrontar la ansiedad que despierta contigo al sonar la primera alarma de la mañana. Eso, si es que has podido dormir esta noche.
Porque, incluso cuando limitas la cantidad de cafeína que tomas y tratas de respetar tus horarios, las complicaciones del trabajo quitan el sueño.
Ansiedad en el trabajo: No es tu imaginación. Estás en un entorno difícil.
Los pensamientos oscuros o pesimistas alimentan el estrés. Puedes prolongar un mal episodio si te recreas en la negrura de tus días.
Pensar en soluciones y, en general, avivar la llama de la actitud positiva todo lo posible, te ayuda a manejar la ansiedad laboral o relacionada con el trabajo.
Pero, en un momento dado, evita culparte si el malestar te sobrepasa. Puede ocurrir como cuando te adentras con una cerilla encendida (de actitud positiva) en una ventisca. La llama dura poco.
Tal vez vengan los días en los que consigas domar los elementos y, en lugar de cerilla, empuñes un pedazo de antorcha vikinga que nadie consiga apagar. Pero, ahora mismo, has de aceptar lo que sientes.
Ese es el primer paso, muy importante, para manejar la ansiedad en el trabajo.
1. Acepta tu ansiedad. No la ignores.
No es raro asociar el trabajo al estrés y la ansiedad. Para muchas personas van de la mano. Como para no sentir ansiedad en ciertos casos, vamos…
Tratas con gente que tú no eliges
En el trabajo hay proveedores, clientes, jefes o compañeros con los que no te tomarías un café en una segunda vida que hubiera. Y en esta tienes que verlos todos los días. ¡Cielos! Además, actuando como si estuvieras encantadísimo.
¿Tienes problemas para relacionarte? Te aguantas. En el trabajo has de hablar por teléfono hasta gastar el aparato, hablar en público, hablar con gente borde, comer con ellos… ¡Y todavía queda un rato para que puedas salir!
Prevalece el interés personal
Es así. Ni es bueno ni malo. El trabajo consiste en que tú des una cosa a gente a quien le interesa esa cosa, a cambio de dinero usualmente. Tus sentimientos o necesidades no tienen porqué entrar en la jugada.
La gente quiere lo que vino a buscar al precio más bajo posible. Que les des mucho. Que se lo des YA. Si pueden quitártelo y aprovecharse sin ofrecer nada a cambio, mejor todavía.
No es personal. Son negocios.
Vale, sí. Hay camaradería y se hacen amistades en el trabajo… Pero surgen con menos probabilidad que en ambientes donde el dinero, el poder, el estatus son menos protagonistas.
El ambiente puede ser muy agresivo
El mundo del trabajo es frío, aunque no en todos se respira la misma agresividad. En el tuyo puede haber una mayor concentración de hostilidades. Y tratar con ellas es poco agradable.
¿Qué me dices del acoso? Los abusos de cualquier tipo, la inestabilidad, las presiones, las amenazas, los desprecios, la precariedad, los rechazos.
Y, si no te gusta, ¡a la calle!
Eso es lo que falta para que tu ansiedad se dispare irremediablemente. Porque, por desagradable que te resulte el mundo laboral, no puedes darle la espalda y olvidarte de él. Ojalá tuvieras esa opción.
Si no la tienes…
- Acéptalo como es. No tiene porqué gustarte.
- Y acepta lo que sientes, ya sea un leve estrés o estés al borde del abismo.
Es el primer paso. Sé consciente de la situación, incluso si la ves tan negra como en la descripción que acabas de leer. No niegues tu malestar y, si lo ves oportuno y necesario, acude al médico.
2. Cuida de lo más básico lo mejor que puedas.
Trata de cumplir con las pequeñas cosas que distinguen a los humanos de los animales. Haz un plan para atender a diario estas cuestiones.
Tómate tiempo para lo que no has estado haciendo en estos días, si es el caso: comer a tus horas, ducharte y arreglarte con calma, salir a la calle a respirar, ordenar un poco el correo que se acumula en la mesa…
Si al estar tan disparado con la ansiedad has descuidado tareas simples como esas, aminora el ritmo y retómalas. Dejarlas de lado hace que uno se sienta peor. ¿O no te pasa?
3. Dale prioridad a la ejecución.
Hecho es mejor que perfecto. Si puedes, date la oportunidad de ponerte con lo que necesites hacer y terminarlo pronto.
En la tarea que necesites presentar, date permiso para no hacer una maravilla de ejecución. Ponte en marcha y deja los retoques para el final.
En la llamada que vayas a hacer, en la entrevista, en la conversación incómoda o en la reunión en la que estés por hablar en voz alta, date permiso también.
Exponte en la medida de tus posibilidades. Da la cara de nuevo, un poco más. Como sabes, esta es la manera de hacer la ansiedad más manejable e ir ganando en confianza.
4. Sigue haciendo.
¿Piensas de más? ¿Te preocupas sin descanso y analizas lo que ocurre para ponerte peor?
La acción tranquiliza. No dejes desértica tu lista de tareas, si el problema es que le das muchas vueltas a la cabeza. Terminado un proyecto, muévete al siguiente.
Sin prisas. Simplemente, piensa en qué pequeña cosa puedes hacer hoy que ayude a que mañana estés en una mejor posición. Y hazla.
5. Esmérate con las rutinas y los hábitos de vida saludable.
Ya los conoces (comer, dormir, hacer ejercicio). Si hay alguna mejoría en este terreno que puedas regalarte, considera hacerlo. Los buenos hábitos ayudan bastante con el manejo del estrés.
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También puedes considerar algún cambio que, en tu caso, te favorezca especialmente.
¿Qué tal si decides empezar con el yoga, el tai chi, la meditación o cualquier práctica de estas que facilitan que puedas responder de una manera más relajada a situaciones estresantes?
6. Mantén relaciones cordiales en el trabajo.
O inténtalo. Con ser correcto con tus compañeros y colaborar con ellos, es suficiente, en caso de que no pienses en hacer amistades.
Huye de las críticas sádicas, de los cotilleos y los apuñalamientos por la espalda. Y acércate a quienes quieren tener la fiesta en paz y un buen clima.
7. Separa el trabajo de lo demás.
Diseña una buena rutina de desconexión para cuando hoy llegue la hora de dejar de trabajar. Practica esta transición.
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8. Crea espacios de relax y diversión.
En cada día, en la semana y en mayores intervalos de tiempo. Los ratos de descanso, los días libres, los hobbies o las vacaciones nos ayudan a mantenernos saludables, productivos y cuerdos.
9. Cultiva relaciones sanas.
En el trabajo haz lo que consideres oportuno. Y fuera de él esmérate más. Las relaciones fuertes y sanas son una vacuna antiestrés.
Incluso si estás en una temporada en la que no quieres ver a nadie, trata de mantener contacto humano.
10. Ten en cuenta que este es un episodio.
Cuando tu mente te pinte un callejón sin salida del que no hay escapatoria, resístete a creerla. Es la ansiedad quien pinta semejante panorama.
Que hoy estés teniendo problemas para manejar la situación, no quiere decir que todo vaya a quedarse igual. Habrá cambios.
Y, si tú te pones de tu lado y asumes la responsabilidad, estarás haciendo tu parte. Te dotarás de los recursos que necesitas para desenvolverte con más confianza y poner bajo control la ansiedad.
Si el primer paso que consideras bueno es pedir ayuda, también. Es probable que otra vez te toque a ti apoyar a quien llegue buscando tu mano.
Resolverás la papeleta tarde o temprano. Confía en ello.