Cierras los ojos, cruzas los dedos y formulas tu deseo con la esperanza de verlo realizado. ¿Se cumplirá lo que deseas… o no?
Saber lo que quieres y formular ese deseo es maravilloso para empezar a hacer que las cosas cambien. Ahí está la clave, en pasar a la acción. Porque, si te limitas a soñar, las probabilidades de que el deseo se cumpla se reducen.
Primero, has de pensar para ganar.
Pónselo fácil al destino y toma parte construyendo el futuro que deseas. El primer paso ya lo has dado: Saber lo que quieres. (Ahí afuera no todos lo tienen tan claro.)
Ahora tienes que decidir qué pequeños pasos vas a ir dando para llegar hasta ahí. Que no te importe partir con un plan poco definido. Porque, a medida que vayas avanzando, más información tendrás para ajustarlo y retocarlo.

Va a ser toda una aventura, llena de trampas, de lágrimas, de sustos… Pero, también, de alegrías y de conquistas progresivas.
Habrás de ser el héroe o heroína de tu historia, que es mucho más apasionante (y seguro) que sentarte a esperar que te sonría el futuro y tu deseo se realice sin que tú intervengas.
¿Te imaginas siendo tú el héroe (o heroína) que conquista su sueño?
La diferencia entre quienes mantienen un deseo en su imaginación y quienes lo hacen realidad es que éstos últimos aceptan la responsabilidad de construir ellos mismos la vida que quieren.
Podría ser un héroe como éste, al que vemos en acción.
El héroe que se esfuerza
Pone a un lado la comodidad y los pretextos y se atreve a hacer lo que le cuesta trabajo; un día, otro… y al siguiente.
Acepta trabajar duro con paciencia y consistencia. Sabe que los éxitos suelen llevar su tiempo y que rara vez se conquistan sin cometer errores por el camino.
Asume riesgos. Y, si encuentra obstáculos o un fracaso lo saca de la jugada, busca la manera de seguir adelante.
Que decide ser valiente
El valor no es una cualidad que a unos cuantos les otorgó el mago de Oz en exclusiva. Valor es la decisión de actuar, pese al miedo que se sienta.
El héroe se asusta e incluso puede pensar en tirar la toalla en algún momento. Pero, en cuanto se calma, no permite que el miedo le arrebate lo que quiere. Y retoma su lucha frente a todo… y a todos.
Que cuenta con sus aliados
Como en toda aventura, el héroe de la historia tiene aliados y detractores.
Los aliados son personas que lo inspiran y lo animan a seguir su camino. También son quienes le brindan críticas constructivas y consejos valiosos.
El héroe busca estos apoyos. Cosa que rara vez tiene que hacer con los detractores. Éstos suelen aparecer solitos, sin que se les llame.
El esfuerzo del héroe despierta envidias y resquemores de todos aquéllos que mantienen los sueños en su imaginación y ven con fastidio que él/ella esté convirtiendo el suyo en realidad.
Le lanzan críticas negativas, burlas u opiniones, como flechas directas a menoscabar su seguridad. Y ahí es donde el héroe sigue el consejo que aprendió de un buen maestro:
Tómate las críticas como algo natural. Hagas lo que hagas (o incluso sin hacer nada) vas a ser objeto de las mismas. Mira cada una de ellas como lo que es: Un reflejo de quien te la dedica, no de tu persona.
Que sigue en solitario
La aventura podría ser más fácil si el héroe tuviera aliados que lo acompañaran hasta el final (o uno, al menos). Pero vamos a suponer que este héroe no tiene tanta suerte. O que, en algún momento, se siente totalmente solo en su misión.
¿Qué hace? Vuelve a tomar una decisión que cambia el panorama a su favor: Decide confiar en sí mismo, en su propio criterio.
Como en una novela de aventuras, el héroe avanza contra viento y marea. Aunque esto no es una novela: Es lo que hacen millares de personas cada día. Ésas que deciden luchar por lo que quieren.
Sí, es duro y es difícil. Lo fácil es esperar a que la suerte sonría. Pero, para qué vamos a engañarnos, la suerte sonríe antes al héroe que le busca las cosquillas.
Ése que, en lugar de amilanarse con los obstáculos, piensa más allá, en el objetivo que hará que su esfuerzo valga la pena: Su deseo hecho realidad.