Hoy nos damos a la misión de encontrar objetos perdidos en casa.
¿Qué es lo que tú haces cuando pasas por esta experiencia? ¿Qué haces para que aparezca lo que has perdido?
Repasemos algunos trucos clásicos.
Encontrar objetos perdidos en casa: Una prueba para la paciencia
A veces ocurre que extraviamos algo en nuestro dulce hogar, nos cuesta un buen rato encontrarlo mientras revisamos por ahí, pero, al fin, damos con ese objeto.
El suspense no dura mucho. Qué alivio…
En cambio, seguro que ha habido ocasiones en las que has perdido algo y parece que lo hubieras colocado en una quinta dimensión, porque no hay rastro de él.
Y el problema se agrava cuando pierdes un objeto importante como: las gafas, las llaves de casa, la cartera, el teléfono o un documento imprescindible para realizar cualquier trámite.
En tu intento de encontrar el objeto en cuestión sigues el proceso que más o menos seguimos todos.
Primera revisión
- Echas un vistazo rápido por las zonas “sospechosas”. No aparece. Surge la leve inquietud.
- Revisas con más cuidado por esos mismos sitios. Nada. El estrés comienza a hacer acto de presencia.
- Das una vuelta por otros sitios probables, pero menos evidentes. Sigue sin aparecer. Los nervios se acentúan.
- Tratas de tranquilizarte para volver por los mismos lugares haciendo una revisión más minuciosa. Como si nada. Encuentras hasta las fotos de tu primer cumpleaños, pero lo que quieres no aparece.
- Comienzas a mirar en los sitios más extraños: los tiestos de las macetas, debajo de los muebles, el tendedero de la vecina… y vuelves a encontrarte pequeñas sorpresitas, pero no lo que buscas. Más nervios.
Lo que acabas de leer son las cinco acciones sensatas que cualquiera de nosotros lleva a cabo cuando pierde un objeto en casa.
Básicamente, consisten en ir mirando despacio, desde el área más probable al área más improbable donde pueda encontrarse el artículo extraviado.
Pero, nada. No aparece.
¿Y ahora? ¿Qué hago para encontrar las cosas?
En este punto, antes de caer en el desahogo del histerismo puro y perder también la cabeza, hay a quien se le ocurre hacer algún conjuro o hechizo estrambótico.
Digo, si nada de lo anterior ha funcionado, se puede probar con lo esotérico…
Por estas tierras del sur español pervive la tradición medieval de la oración. Y, por chocante que parezca, funciona a veces.
San Cucufato, al rescate
Los pobres santos a los que se les reza para recuperar objetos perdidos son: San Antonio de Padua y el célebre San Cucufato, al que simuladamente se le hace un nudo en sus partes pudendas con la amenaza de no soltárselo hasta que aparezca el dichoso objeto.
La oración dice:
San Cucufato, San Cucufato
los huevos te ato
y hasta que no aparezca (eso)
no te los desato.
La oración es válida, tanto con huevos, como con c0j0nes. (Perdón. No la inventé yo.)
Por cierto, según la leyenda, San Cucufato quería llegar a Dios a través del martirio. Nos lo cuenta la Wikipedia, con una bonita ilustración.
Así es que lo de hacerle un nudo en sus atributos masculinos (con lo que debe de doler) sería una tortura que él no tendría prisa en quitarse de encima. No sé. Lo supongo.
Aun así, quienes le han atado los … a San Cucufato, recitando la oración, dicen que funciona. Pero esto tiene su explicación científica y todo, que nos la explica Kin El Bravido (un bloguero):
Nos viene a decir que, al recordar la oración y recitarla de memoria, se activan las conexiones neuronales facilitando los recuerdos. Así es probable que, de buenas a primeras, nos venga a la cabeza una pista o lugar donde encontrar el bendito objeto.
Bueno, yo pienso también en la posibilidad de que al tranquilizarte, gracias a recitar la oración varias veces, tu cerebro deje de estar tan estresado y empiece a pensar mejor.
Pero este método de San Cucufato también falla, como te constará. En realidad, lo incluyo más como una broma para quitar tensión.
Vale. Seguimos con las medidas más racionales.
¿Qué ocurre si no hemos podido encontrar el objeto extraviado ni con ayuda de San Cucufato?
Haya calma. Tómate un respiro y concéntrate en pensar en el último momento en que tuviste contacto con el objeto en cuestión.
Ya sé que es difícil estar tranquilo cuando se pierde un objeto importante, pero es necesario guardar la calma.
Comienza la revisión minuciosa
- Respira profundamente.
- Vuelve a empezar a buscar el artículo extraviado por el área donde ese objeto suele encontrarse habitualmente.
- Si notas que estás muy enfadado, date instrucciones en voz alta, para estar centrado en los sitios que vas revisando. Recuerda que la frustración no te ayudará a encontrar lo que buscas.
- Intenta recordar dónde estabas tú cuando usaste el objeto por última vez; qué fue lo último que hiciste. Y sigue revisando despacio.
- Esta vez, presta más atención a los detalles. Mira en los espacios pequeños: debajo de los muebles, dentro de los cajones del escritorio o en cualquier lugar donde pudiera haberse caído o colocado accidentalmente.
- Pon orden en tus cosas a medida que las vas moviendo. A veces sucede que encuentras allí, si no ese objeto que buscas, otro objeto que perdiste hace tiempo y que pensaste que no volverías a ver.
- Sigue avanzando en la búsqueda hasta las áreas más improbables: los armarios de la cocina, el último cajón del armario, detrás del ficus… Mira hasta la última silla, por si dejaste allí el objeto sin darte cuenta después de usarlo.
- Si estás muy saturado, tómate un descanso. Despéjate y, si puedes permitírtelo, mañana vuelves a buscar con más tranquilidad.
- También puedes pedir ayuda a alguien cercano para que te ayude a buscar el objeto o te dé alguna orientación, si no te echa la bronca por haberlo perdido.
No te rindas y sigue buscando. Pero, si quieres, también puedes pensar en otras posibilidades.
¿Y si el objeto no aparece?
Habrá que denunciar a San Cucufato y, después de eso, considerar otras soluciones.
1. Deja pasar unos días. Ten paciencia.
Te contaré algo. En mi entorno hay una persona muy despistada. Despistada, en serio. Esta persona tira las cosas a la basura sin darse cuenta o te echa la culpa de haberte quedado tú con sus papeles, cuando no se acuerda de que los puso debajo de la cama.
Y eso no es nada. Cada dos por tres está perdiendo cosas.
Una vez perdió el DNI (documento de identidad) y se armó una buena. La personita despistada montó en cólera y estuvimos todo el día buscándolo, siguiendo los pasos del apartado anterior.
Pero llegó la tarde y, como el DNI no aparecía, la personita me pidió que fueramos a la comisaría para denunciar la pérdida del documento (por si se le cayó en la calle… o vaya usted a saber).
Pusimos el parte. La policía nos dio un bonito resguardo de la denuncia.
¿Y qué ocurrió al día siguiente?
Que el DNI apareció en la mesa de la plancha. ¡Y la personita no se explicaba cómo llegó a parar allí! ¡Si en toda su vida no ha utilizado una plancha!
Más tarde, dándole vueltas al asunto en la cabeza, llegó a la conclusión de que, mientras se estaba cambiando de ropa el día anterior, soltó allí el objeto sin percatarse de ello. Así, en modo zombie.
Y eso nos puede pasar a todos: mover los objetos de sitio sin darnos cuenta. Aunque hay personitas a las que les pasa continuamente. Pues sí.
2. Dalo por perdido
Ya que no has podido localizar el objeto de ninguna manera y que han pasado los días y sigue sin aparecer, habrá que empezar a pensar en la manera de reemplazarlo.
Total, desgracias más grandes ocurren a cada rato. Y tú ya has superado un montón de pruebas difíciles en la vida. Esta, como las anteriores, tiene arreglo.
Trata de conservar los ánimos y de no echarte culpas encima, incluso si el objeto no aparece.
Esta experiencia de perder objetos en casa es muy común. Tenemos muchas cosas, en la casa y en la cabeza. Y, de vez en cuando, nos toca invocar a San Cucufato y poner la casa patas arriba, sin que el santo nos haga caso.
Pero la cosa, de una manera u otra, se resuelve al final. Y tú lo sabes.
¿Qué más haces tú para encontrar lo que se te pierde en casa? ¿Alguna recomendación?
Imagen: Ayne Bru – El martirio de San Cucufato.