¿Se te eternizan las tareas de orden y limpieza? ¿Te gustaría ser más eficiente en esta área? Si es así, ¿qué ideas estás probando para lograrlo?
Aprovechando que aquí hablamos de productividad, vamos a rescatar seis propuestas que pueden cambiar tu relación con las tareas domésticas.
Productividad básica en las tareas de orden y limpieza
Probablemente te suenen estas ideas. Pero únicamente saberlas no obrará ningún cambio. Lo que servirá es que las pruebes. Y que, si alguna te va bien, la sigas practicando.
1. Es hora de limpiar: Decide qué vas a hacer
Llega la hora que has fijado para las tareas domésticas y hay un montón que te están esperando. Son tantas, que no sabes por dónde empezar.
¿Solución? Date un límite de tiempo. Elige las tareas más importantes para empezar con ellas. Y… ¡acción!
Para hacerlo más motivador, divídelas. “Arreglar el cuarto de baño” es una tarea muy grande. Secuencia los pasos en tu mente. Ponte una hora para acabar el baño. Y, cuando llegue el límite, deja ésa y pasa a la siguiente gran tarea. ¿La colada, tal vez?
Aunque no termines con todas las tareas pasadas las dos horas que te has dado para limpiar y ordenar (por decir un límite), sí habrás terminado las tareas más importantes.
En caso de que no sea así y necesites hacer ajustes, hazlos. La siguiente sesión de limpieza saldrá mejor.
2. Amenízate las tareas tediosas
Usa tu creatividad y piensa en la manera de aligerarte el trabajo. Una de mis opciones preferidas es elegir una recompensa muy apetecible.
En cuanto termine el trabajo doméstico, podré dedicarme a mis hobbies o a algún pequeño placer. Mientras estoy limpiando, anticipo ese momento y no veas qué ritmillo le pongo.
También puedes intentar batir tu propio récord terminando las tareas. O, como hace mucha gente, combinar las más pesadas con actividades agradables.
Hay personas que escuchan música o podcasts mientras realizan tareas que apenas requieren concentración. A mí no me suele funcionar esto.
Si hay algo “extra” que requiere mi atención, duro más haciendo las tareas domésticas. Y eso no me interesa. Pero, como cada cual es un mundo…
3. Construye pequeños hábitos
Hay una serie de hábitos pequeñitos que ahorran mucho tiempo de orden y limpieza.
Por ejemplo: colocar en su sitio el objeto que acabas de utilizar; recoger la mesa justo después de comer; organizar el buzón justo cuando entres en casa; repasar un poco la cocina mientras se hace el café, etc.
Entre los clásicos y las pequeñas acciones que a ti se te ocurran adaptadas a tu rutina, tienes opciones para ir incorporándolas a tu día a día. Elige las que gustes.
4. Reserva un bloque de tiempo semanal
Agrupa varias tareas para hacerlas en hilera el día de la semana que consideres oportuno.
Prueba qué se adapta mejor a ti y a tu horario: (1) repartir la limpieza durante la semana o (2) hacer el mínimo cada día y dejar “lo gordo” para el sábado (o el día que fijes).
5. Simplifica, elimina, despeja
Quita objetos de en medio. Deshazte de lo que no uses o dónalo. Saca lo que está de más y ahorrarás tiempo ordenando, limpiando o buscando lo que se te extravíe.
Ésta es una de las ideas de las que yo he extraído un mayor beneficio. ¿Y tú? ¿Qué ideas has incorporado o piensas incorporar a tus misiones domésticas?
Si quieres más, échale un ojo a este artículo, por si encuentras algún punto con el que te interese experimentar: 27 Ideas para limpiar y ordenar la casa.