Sorprendentes errores que te hacen procrastinar

El hábito de postergar (o procrastinación) es fácil asociarlo con la falta de autodisciplina, con una organización deficiente o con la facilidad con la que nos ponemos excusas para evitar cumplir con nuestra misión.

Sin embargo, hay una serie de errores menos evidentes que producen el mismo efecto. Y sorprenden, porque nacen del mismo intento de ser más productivos.

Es curioso que, pretendiendo vencer la procrastinación, se logre el efecto contrario. Pero ocurre.

Veamos cuáles son. Los conozco bien, porque yo los he cometido todos. 😆

sorprendentes errores: equipo sorprendido

1. Demasiado tiempo planeando

La falta de planificación hace que procrastines; que vayas dando tumbos de una cosa a otra malgastando el tiempo.

Un buen plan evita que sea así. Pero tampoco puedes pasarte demasiado tiempo planeando. Primero, porque el plan perfecto no existe; segundo, porque más postergas la hora de empezar lo que te has propuesto.

Lección aprendida: Los planes son una guía, que en modo alguno sustituyen a la acción.

2. Perfeccionismo absurdo

Mi perfeccionismo en elaborar un buen plan que tuviera todo controlado, se extendía también a su ejecución.

Por ejemplo, si en mi hoja de ruta me saltaba un par de tareas, me frustraba tanto que daba el resto por perdido.

¿Te ha pasado alguna vez? Supón que estás ordenando tu habitación y un imprevisto te interrumpe a la mitad. Cuando vuelves, te das cuenta de que es tan tarde, que no vas a terminar y lo dejas para el día siguiente.

Yo cometía este error una y otra vez, hasta darme cuenta de que valía la pena avanzar en ese ratito en lugar de dejarlo todo tirado.

Lección aprendida: ¿Sólo me quedan 10 minutos? Pues, buenos son. Seguro que da tiempo a dejar alguna cosa en su sitio.

3. Optimismo exagerado

Todos tenemos días buenos y malos. Y es muy buena idea aprovechar esos días en los que estamos más inspirados y productivos para avanzar todo lo posible.

Pero el error viene una vez más del exceso y yo, como te digo, también caí en esta piedra.

Los días buenos me animaba con una lista de tareas más laaaaaarga que un día sin pan. ¿Resultado? No terminaba todo lo que había previsto y, para colmo, me quedaba drenada para el día siguiente.

Lección aprendida: Hay que aprovechar estos días, sí, pero sin abusar, sin sobrecargarnos.

4. Mala gestión de los descansos

Para ser productivos hemos de descansar. Esto no tiene vuelta de hoja. Necesitamos descansos cortos durante el día y también descansos más largos (fines de semana, días de vacaciones, etc.).

Otro de mis errores fue gestionar mal ese tiempo de descanso. Por ejemplo, pensando que yo no necesitaba tardes libres, vacaciones, etc.

Y, además, no tuve en cuenta que las personas no necesitamos descansar siempre lo mismo. No somos máquinas. Unos días nos cansamos más y otros, menos.

A veces, al cerebro le da por desconectar y es prácticamente imposible permanecer concentrado en una tarea.

Esto, según nos cuentan en Time, suele suceder cuando ejecutamos tareas que demandan un alto esfuerzo en relación al escaso beneficio que recibimos por ellas.

Todo lo contrario ocurre cuando estamos motivados. La mente y el cuerpo se cansan menos cuando llevamos a cabo tareas más sencillas de las que esperamos un buen resultado.

El cerebro continuamente está «recalibrando» la motivación. Y, si estás haciendo algo con gusto, tarda mucho más en cansarse.

Lección aprendida: Al hacer tareas duras o ingratas hemos de anticiparnos al cansancio. Y un modo de hacerlo es introducir pausas más frecuentes y reparadoras.

 

Ya ves. Queriendo ser más productiva y eliminar la procrastinación estaba caminando en sentido contrario.

Pero no está mal haber cometido todos esos errores (y los que me quedan), porque puedo aprender de ellos.

Para concluir, comparto contigo nuevas líneas de acción nacidas de los errores.

Brevemente, 5 recomendaciones:

  • DESCANSA: Tómate tiempo para dormir, para divertirte y desconectar.
  • HAZ ACTIVIDAD FÍSICA: Te llena de energía y facilita la concentración.
  • SIMPLIFICA: Elige bien lo que vas a hacer, sin saturarte de actividades.
  • BUENAS COMPAÑÍAS: Rodéate de gente que te apoye y, si son personas activas, mejor. Ese espíritu se contagia.
  • ACCIÓN: Ante la duda, actúa. No más planes ni volver a darle vueltas a lo mismo. ¡Hazlo ya!

Espero que te sean de utilidad. 🙂