¿Cómo? ¿Estás el día entero haciendo tareas pesadas o aburridas? ¿Apenas si sacas tiempo para el ocio?
El tema ya ha aparecido por aquí. Pero hoy lo retomo para anotar los 5 remedios que mejor me están funcionando, aprovechando que yo misma estoy en una de esas rachas en las que el horario se hace un caos.
Quizás tú te hayas visto en una de éstas al volver de unas vacaciones, al pasar unas semanas preparando un examen o, como yo, al realizar en casa muchas de tus actividades.
En mi caso, hay muchas tareas que me gustan (como ésta de escribir) pero me cuestan más últimamente, ya que ando un poco justita de energía.
¿Cómo las hago sin que se conviertan en una tortura infernal? ¿Cómo evito que consuman todo el día?
Aquí te dejo lo que me está funcionando.
1. Refresca tu mente
Inicia el día con la mente fresca. Haz a un lado el montonal de cosas que tienes pendientes para hoy y tómate un tiempo para arrancar motores.
Yo suelo salir a tomar aire fresco. Camino por ahí (ya que ahora no puedo correr). Y, cuando vuelvo, me arreglo y desayuno. Es una rutina que, para mí, activa el cuerpo y relaja la mente.
La manera de empezar el día influye bastante en cómo se va a desarrollar. ¿Cómo lo empiezas tú? ¿Has experimentado con distintas maneras de empezar la mañana?
2. Aprovecha tus picos de energía
Una vez que has decidido a qué vas a dedicar el día, distribuye las tareas teniendo en cuenta cuándo estás en mejores condiciones para realizarlas.
Si vas a hacer tareas que requieren bastante concentración, hazlas en las horas del día en las que te sea más fácil manejar tu atención.
Por ejemplo: Lees o estudias de 9 a 11 por las mañanas (con sus respectivos descansos) y de 6 a 8 por las tardes.
Respeta esos bloques y aprovecha cada minuto. No por estar toda la mañana o toda la tarde trabajando vas a rendir más. Alterna las actividades pesadas con otras que te llenen de energía y verás que te cuesta menos ser constante con este esquema.
Como te he comentado, en estos momentos ando corta de energía. Por eso mismo, también son más cortos mis bloques de trabajo (en los que he de estar concentrada). Son breves pero muy aprovechados: Un par de horas por la mañana y una hora por la tarde, dependiendo del día. Ya está.
3. Fija un límite para las tareas que menos te gustan
Limpiar, fregar, planchar, etc. No te lo pienses y ponte manos a la obra con esa tarea que no te gusta. ¡Sólo 30 minutos y te la quitas de encima! Bueno, 30… o los que tú decidas.
La ventaja de esta idea es que avanzas más si tienes ese límite de tiempo que cuando no lo fijas.
En cuanto suene la alarma, podrás despachar la tarea desagradable. O, quién sabe, quizás no lo estés pasando tan mal y decidas echarle otro ratillo.
4. Fija límites para las tareas que se prolongan demasiado
Pasa lo mismo que con las tareas desagradables: Cunde más la tarea cuando le pones límites.
A mí me gusta investigar, escribir y toda esta historia. Pero igual he de limitar la duración de las tareas para no emplear más horas de las necesarias y malgastar energías.
Cuando termina el límite fijado, dejo lo que estoy haciendo. Casi siempre termino a tiempo. O, si no es así, apenas lo finalizo en unos minutos más.
¿Cómo lo hago? Elijo un tema. Voy directa al meollo, sin preámbulos. Evito distracciones. Y, desde luego, no pierdo demasiados minutos en tonterías perfeccionistas que apenas si añaden valor al resultado.
5. Recompénsate
En tu agenda ha de haber sitio para el descanso, el placer y la diversión. Eso es necesario para que mañana puedas volver a cumplir con las tareas productivas y con el resto de compromisos.
Es buena idea incluir una mini-recompensa cuando terminas una tarea pesada o complicada, así como recompensarte a lo grande cuando terminas el trabajo del día.
Hazlo a tu manera y con lo que más te guste. Como sea, incluye en tu día actividades con las que te relajes y lo pases bien. Hazlo por ti.
Por si te lo preguntas, terminado este post de sugerencias, pasaré un ratito con mi mascota. Si supieras cuánto me divierto con ese pequeñín travieso… 😀
Imagen de umjanedoan