Qué mundo éste de prisas, urgencias e inmediatez… Nos hace olvidar que algunas cosas van a su ritmo y no al nuestro.
Rechazamos la espera, considerándola fastidiosa e indeseable. Sentimos la ansiedad de estar perdiéndonos el momento futuro, cuando el que de veras perdemos es éste.
Eso es la impaciencia y, vista así, parece una actitud poco sabia, teniendo en cuenta que buena parte de la vida la pasamos «esperando».
Esperamos que llegue el fin de semana, las vacaciones, el cobro del salario, que nos atiendan en la farmacia, que se descargue un archivo, que pase el atasco de tráfico de una vez, que la comida esté lista, etc., etc.
Tú eliges la impaciencia
La impaciencia hace que estemos en contra del tiempo de espera, en lugar de utilizarlo a favor. Ya expusimos ideas de cómo aprovecharlo, por ejemplo, aquí: 30 Cosas que puedes hacer mientras esperas.
Porque, hay momentos en la vida que no se eligen, pero lo que sí se elige es la actitud con la que hacerles frente. Y la impaciencia no es más que eso: una actitud elegida.
Cambio de actitud
Cambiar la impaciencia por paciencia requiere afrontar la situación de manera distinta. Por ejemplo:
- Asumiendo, como hemos dicho, que las cosas van a su ritmo.
- Que las personas también van a su ritmo, en caso de que nuestra espera dependa de ellas.
- Que nuestras emociones se pueden manejar. ¿Para qué estar nervioso, crispado y pasando un mal rato, cuando se puede estar tranquilo?
Quizás pienses que en esos momentos de impaciencia son los nervios los que tienen el control y no tú, pero no tiene porqué ser así (salvo en casos especiales).
Si en las esperas te pueden los nervios, puedes entrenar la paciencia. Así, cuando cuando lleguen esos momentos pesados de espera estarás más preparado para controlarte y aprovechar el tiempo.
Ideas para entrenar la paciencia
Apuntemos algunas muy, muy simples…
- Acostúmbrate a no hacer nada. Puedes dedicar un pequeñísimo lapso de tiempo diario o semanal a no hacer nada (ni pensar, ni rascarte, ni ver la televisión…). Lo que se dice NADA, salvo respirar muy, muy tranquilamente.
Aguantar 5 minutos sin hacer nada no es tan sencillo si no estás acostumbrado, ¿eh?
- Saborea los momentos de calma. Eso te ayudará a evocarlos cuando estés más tenso.
- Intenta pensar antes de hablar: Tómate tiempo en las conversaciones.
- A lo que sigue: Hazte experto en escuchar.
- Relaciónate con gente tranquila: Los nervios son contagiosos, pero la paz, también (menos mal).
- Si la gente que te rodea es un manojo de nervios, adopta una mascota muy tranquilona. De los animales se aprende muchísimo, en serio.
- Cambia los videojuegos ruidosos y acelerados por juegos que tengan que ver con la paciencia: Bien en compañía, como el ajedrez; bien a solas, como el propio solitario o las sopas de letras.
- Aplaza unas horas esa recompensa que quieres que sea inmediata. Un helado, por ejemplo.
Todos estos tips cotidianos los puedes ampliar haciendo uso de tu creatividad y sentido común. También puedes echarles un vistazo a estas otras recomendaciones más generales para desarrollar paciencia.
En cualquier caso, recuerda que sí puedes hacer algo para prevenir o aliviar la impaciencia y para vivir de otro modo esos momentos de espera que a todos nos tocan.
Imagen de Lst1984