La diferencia entre una persona tenaz y una persona terca

¿Qué diferencia a una persona tenaz de una persona terca? A simple vista pueden parecer lo mismo. Ambas insisten. Ambas persisten. Pero una de ellas crece… y la otra, no tanto.

Vamos a verlo.

Y ten en cuenta que esas personas pueden ser una misma, tú o yo, en distintos momentos o aspectos de nuestras respectivas vidas.

¿Qué es una persona tenaz?

Una persona tenaz es alguien que mantiene el rumbo incluso cuando se encuentra con obstáculos.

Tiene un propósito claro, pone esfuerzo, y sabe adaptarse si hace falta. La tenacidad está al servicio de algo más grande.

¿Te gustaría ser una persona muy tenaz? Suena bien, en principio.

Esa capacidad se manifestaría en cuanto te pusieras un objetivo -pequeño o grande-: defender tu punto de vista, adquirir un hábito, sacar adelante un proyecto, etc.

Trazado tu objetivo, no habría obstáculo que te hiciera apartar la vista de él. Seguirías adelante, en los buenos y malos momentos, hasta salirte con la tuya.

tenacidad y terquedad

Hay estudios que apuntan a la tenacidad como un buen predictor de éxito.

[Aunque, como suele pasar con los estudios, también los hay posteriores, que le quitan unas cuantas flores a la perseverancia o la tenacidad, para ponérselas a otras cualidades interesantes, como la autorregulación emocional.]

Quedémonos, entonces, con la tenacidad como una capacidad de las más importantes para el logro de nuestros objetivos. Especialmente, si hablamos de objetivos a largo plazo.

Insistir, persistir, perseverar, luchar por lo que quieres con consistencia. Suena virtuoso… siempre que no te pases de rosca.

Batallita personal, ejemplo de tenacidad:

Cuando me dio por escribir en el blog, sabía que me costaría mantener la constancia. Pero ahí estaba cada día, dando el callo. No por cabezonería, sino porque sabía que me hacía bien: quería aprender y cambiar de hábitos.

Pero, un buen día, mi tenacidad se transformó en terquedad: cuando me presionaba a seguir escribiendo a diario, sin que eso fuera lo más razonable en el momento.

Ahí es donde está el gran inconveniente de la tenacidad; en que evolucione hasta llegar a una cualidad que no es tan deseable: la terquedad.

clavo

¿En qué se diferencia una persona tenaz de una persona terca?

Una persona terca insiste, aunque el camino ya no tenga sentido.

Como puedes ver de mi propio ejemplo con este blog, una persona tenaz puede volverse terca.

Pero, para que quede más clara la diferencia entre una persona tenaz y una persona terca, vamos a verlo en dos personas distintas.

Dado un objetivo (piensa en el que quieras: ponerse en forma, aprender chino, etc.), hay dos personas que invierten su esfuerzo con constancia, a fin de alcanzarlo.

Las dos están ahí, a piñón fijo.

Un buen día, se encuentran resultados desfavorables. ¿Qué ocurre?

La persona tenaz observa el panorama, lo estudia. Según sus conclusiones, decide si hacerle cambios a su plan o toma otras medidas, incluyendo la posibilidad de desistir, cuando el objetivo pierde el sentido que tenía.

La persona terca, cuando no está obteniendo los resultados que quiere, es habitual que redoble esfuerzos. ¡Vamos! ¡Más duro!

La jugada puede salirle bien en determinadas circunstancias, donde está claro lo que funciona y la persona está segura de lo que ha de hacer para aguantar el tirón.

Es decir, mientras que la tenaz tira de creatividad y flexibilidad para superar ciertos obstáculos, la terca más terca suele aferrarse a lo que venía haciendo hasta ahora.

Un pequeño ejercicio

Imagínate ahora que tú y yo queremos perder unos kilos, que nos andan sobrando.

Adivina quién es la persona tenaz y quién es la persona terca. 😉

: Pruebas una «dieta milagrosa» (nada recomendable). Al cabo de un mes, ves que no funciona como prometía el gurú que la presentaba. Es más, observas que tu salud se está deteriorando. ¿Qué haces? Cambias tu plan. Decides ir a un profesional que sabe lo que se hace.

Yo: Pruebo la misma «dieta milagrosa». Al cabo de un mes, veo que no funciona. Y, a pesar de ello, redoblo esfuerzos, insisto… Hasta que caigo enferma.

Más ejemplos de terquedad evidente

Persona empujando una roca gigante amarilla en un paisaje surrealista, como símbolo de esfuerzo constante ante dificultades.

La persona terca sostiene que su opinión es la mejor. Es la más sensata, la más inteligente, la más apropiada para las circunstancias. Lo ve así. Y, aunque tú le des pruebas de lo contrario, se resiste a dar su brazo a torcer. No escucha. No aprende.

(Esa es la definición de “terco” que encuentras en cualquier diccionario.)

La persona terca tiene resultados flojos en sus exámenes. ¿Qué hace? Estudiar el doble. A lo mejor no se plantea el modo en que lo hace. Tal vez, cambiando de técnicas, lograría mejores resultados.

La persona terca va a un examen duro. Encuentra un problema que se enfrasca en resolver, sí o sí. A lo mejor lo hace. Pero agota el tiempo en el que podría haber sumado puntos en otras preguntas más asequibles.

La persona terca tiene un amigo (novio, amante) chupóptero, desde tiempos inmemoriales, que sigue abusando de su buena voluntad. ¿Qué hace? Esforzarse más, por no tirar por la borda todo lo invertido en esa relación. ¡Tiene que funcionar!

La persona terca hace otra inversión nefasta, pongamos que de dinero. Y sigue insistiendo, sigue invirtiendo en lo mismo, a pesar de que la compañía da señales evidentes de estar hundiéndose. ¿Podría cortar con las pérdidas y pensar en otro destino para su inversión?

Sí, podría. Pero no lo hará, porque asocia ese gesto al fracaso. No está viendo que el fracaso está, precisamente, en insistir una y otra vez en una decisión que no funciona.

¿Cómo saber si estás siendo tenaz o terco?

Una idea-resumen es esta:

La tenacidad se adapta. La terquedad se emperra.

  • La tenacidad tiene una meta, pero no está atada al “cómo” llegar. Si un camino no sirve, busca otro.
  • La terquedad, en cambio, se queda pegada a su forma de hacer las cosas. Aunque no funcionen. Aunque se caigan los techos.

Yo soy una de esas personas que, en ocasiones, se ha salido de lo tenaz para pisar los fangos de la terquedad. He confundido (y a veces sigo confundiendo) la perseverancia con la persistencia ciega.

Y he de admitir que persistir a lo ciego no es una actitud que sirva cuando la situación está pidiendo que cambies de enfoque.

Sigo defendiendo la tenacidad y el esfuerzo, de los que he obtenido buenos frutos, pero sin olvidar la flexibilidad, que me va a ser más útil para adaptarme a los cambios, que empecinarme en hacer lo mismo de siempre.

¿Qué hay de ti? ¿Te reconoces como demasiado tenaz? ¿Como demasiado flexible?

Conclusión

La terquedad y la tenacidad tienen el mismo origen, pero no el mismo efecto.

Ambas son el picante que, suponiendo que te guste, añades como condimento especial a tu comida preferida. Pero, ¿qué pasa cuando pones mucho picante?

Tal vez coincidamos en que, cuando añades mucho de una cosa buena, esta deja de ser tan buena. 😀

Estudió y trabajó en Educación Especial. Desde 2010 escribe sobre desarrollo personal en esta página.

Relacionado:


Categoría: