Trabajar a destajo es «fácil». Y entiéndase por «fácil» que lo único que necesitas es levantarte y atender obligaciones como un loco: el trabajo, la familia, la casa, los compromisos sociales, etc.
Llega la noche y no has parado en todo el día. Estás orgulloso de ti mismo y con razón. Pero, a la larga, llevando ese ritmazo constante es probable que te canses, que baje tu rendimiento y que te propongas hacer las cosas de otra manera.
Quizás, trabajar menos y vivir más. (¿Por qué no?)
Ahí es donde te das cuenta de que trabajar menos es más difícil que trabajar más.
Trabajar como un mulo puede hacerlo cualquiera (que quiera). Pero una buena organización no se da de manera tan automática.
Has de encontrar y combinar ideas y recursos que te sirvan a ti para trabajar menos y ser lo mismo de eficiente (o más, incluso).
Entre otras cuestiones, encontrarás que has de tomar decisiones sobre lo siguiente:
1. Cómo gestionar tu energía
Si quieres mantener tu rendimiento, habrás de conocerte muy bien para procurarte la energía que necesitas.
¿Cuántas horas de sueño te hacen falta? ¿Te ayuda la siesta de las tardes? ¿Cómo te alimentas? ¿Practicas ejercicio y/o alguna actividad que te revitalice? ¿Descansas el cuerpo y la mente?
2. Cómo organizar el día
Para planificar hace falta tener claro qué es lo que quieres conseguir; en qué vas a trabajar hoy y porqué.
Todas las tareas no son igual de importantes. Lo «fácil» es levantarse por la mañana y atenderlas conforme van llegando. Cuesta más distribuirlas a lo largo del día según su importancia y la energía que tengas para atenderlas.
Quizás, cuesta más hacer lo más difícil en primer lugar y de un tirón, que combinarlo con distracciones y otras actividades.
Cuesta simplificar y atender sólo lo que está en tu lista (a menos que surja una emergencia).
¿Qué cuesta? Pensar antes de ir en automático, nada más.
3. Cómo establecer límites y eliminar distracciones
Ya que decides qué vas a hacer hoy, lo «fácil» es ponerte con ello, sin más. Lo que cuesta es decidir cuánto tiempo vas a invertir en cada tarea y tratar de no pasarte de ahí.
En caso de que las distracciones te impidan acabar a tiempo, lo «fácil» es echarles la culpa. Cuesta más identificarlas y ponerles remedio.
Por ejemplo: ¿Te tomas un descansito de cinco minutos y se convierten en veinte? ¿Dejas que cualquiera te interrumpa cuando estás concentrado?
4. A qué decir que NO
Lo «fácil» es decir que sí a cuanto te surja al paso. Lo que cuesta es respetar tus prioridades y saber decir que no.
Cuesta decir: «Cuando termine esto, te atiendo» (a menos que sea una urgencia). Cuesta negarte a encargos, por no quedar mal. O a veces cuesta decir que no a un amigo, sin sentirte culpable.
Pero -ya sabes- si dices que sí a todo, el cuento no acaba bien. Terminas envuelto en una marabunta de obligaciones y sintiéndote de pena. ¿Para evitarlo? Tú decides a qué, a quién y cuándo decir que NO.
Moraleja: Es «fácil» estar muy ocupado, atender una actividad tras otra o empezar varias a la vez. Es «fácil» hacer cuanto te pidan, distraerte cuando no puedes más y llegar a la cama cansado, como si te hubiera arrollado un tráiler.
Si planificas, tomas el control y decides sobre ciertas cuestiones, el asunto se complica. Pero, ¿no crees que vale la pena hacerlo?
Comentarios
2 respuestas a «Razones por las que es más difícil trabajar menos que trabajar más»
Totalmente de acuerdo, la planificación es muy importante. Suele ser más fácil dejarnos llevar por las tareas que tomar las riendas y organizarse responsablemente. Gracias por el artículo.
Gracias, Inma. Coincidimos entonces en la importancia de organizarse. 😉