¿Qué tiene de malo que le den a uno calabazas? Si vives en España, te aseguro que es malo o peor.
Significa que estás interesado románticamente en alguien que no te corresponde y, para colmo, te lo ha dicho. Eso es: Has sido rechazado. 🙁
En un momento anterior esbozamos cuál es el camino para superar el rechazo, en general.
Hoy nos dedicamos al dolor poético del despecho amoroso, que por poético que sea el asunto, hay que ver cómo escuece…
“Adiós a la esperanza.” “No podré sonreír de nuevo.” “La vida ha perdido todo su color.” Etc., etc.
Una manera recurrente de superar el dolor y la decepción del rechazo amoroso es hundiéndose aún más, quizás con una noche amenizada con docenas de canciones desgarradoras.
Este “exorcismo” de la pena no arregla nada, pero el berrinche inicial hay que pasarlo y cada uno elige lo mejor que se le ocurre en ese momento tan dramático.
Después del momento-calabaza y de los momentos de dolor o indignación que siguieron, llegamos al meollo del asunto: recuperarse.
¿No se recupera uno de resfriados, esguinces y de dolencias físicas más graves…? Pues esto, igual. También sigue un proceso.
Al grano. Para superar el rechazo, tras haber dado salida a un río de lágrimas, puedes probar lo siguiente:
1- Asúmelo
Llega el momento de aceptarlo. Efectivamente, te ha mandado a la porra, dado calabazas o como quieras llamarlo. No le interesas como pareja.
¿Para qué negarlo internamente, insistir, patalear o perder la cordura por algo así? Aunque parezca el fin del mundo, el dolor dura unos meses como mucho.
2- Toma distancia
Intenta ver tu historia como si se tratara de una telenovela o de una película y tú fueses un personaje de la misma. Eso te dará otra perspectiva que quizás no habías considerado antes.
3- Busca el “porqué” real
Después de que él/ella te rechace, quizás no te quedes conforme con sus razones. Puede que haya sido totalmente transparente, pero también que haya ocultado algún motivo difícil de decir.
¿Te ha rechazado porque eres demasiado… mmm… feo/fea?
No importan los adjetivos que elijas. Quien te ha rechazado no lo ha hecho por eso, sino porque no le gustas (que es distinto) o tiene otros intereses.
Los gustos son difíciles de razonar. Qué se le va a hacer… Piensa que la situación podría haber sido justo al revés: haber sido tú el que rechazara a alguien maravilloso que, simplemente, no te gustase.
Que no le gustes a alguien no significa que tengas que dejar de gustarte a ti mismo, que desde luego te conoces bastante mejor. Hay que preservar la autoestima para que no se resquebraje en baches como éstos.
4- Libérate del dolor
El rechazo duele. No importa en qué contexto se produzca.
Es perfectamente razonable sentirse triste, hundido o incluso furioso. Y a esa carga que te oprime el pecho hay que dejarla ir. Elige tú el modo: escribiendo, practicando deporte, trabajando con más ahínco, charlando con amigos…
¿Una recomendación? Cuéntaselo a alguien de confianza.
Encontrar a una persona que lo comprenda te ayudará a superarlo antes. Por suerte o por desgracia, casi todo el mundo sabe lo que es ser rechazado.
5- Mantente ocupado
Es hora de prestar más atención a otras actividades para evitar rayarse con el rechazo.
El objetivo es dejar que el dolor se vaya poco a poco, sin que te deje una herida profunda y sin que acabes errando por malos caminos.
Para eso, nada mejor que tener algo que hacer (proyectos, ocupaciones, hobbies, etc). Volcar la atención en otras actividades es un bálsamo que acelera la recuperación.
6- “No hay mal que por bien no venga”
Hasta de lo más doloroso se puede extraer algo positivo. En el caso del rechazo romántico, además de una experiencia que te hace menos vulnerable en el futuro, puedes estar ante una oportunidad que cambie tu vida a mejor.
Puede que te embarques en una aventura fascinante, que conozcas a otra persona que te encante y el sentimiento sea recíproco, que te concentres provisionalmente en otra área de la vida (ejemplo: trabajo o estudios), que aproveches para aprender algo nuevo, etc.
Sí, al principio todo está a oscuras y uno no ve nada, ni bueno ni malo, pero lentamente se van abriendo los ojos. Es entonces cuando hay que elegir entre mirar lo malo o mirar lo bueno.
En definitiva, eso es, más o menos, lo que hay que hacer cuando a uno le dan calabazas. Funciona como una receta de cocina, pero a la hora de la verdad cada uno le da su puntito.
También hay que decir que si no podemos superarlo por nosotros mismos, siempre hay personas a las que acudir. ¿Familia, amigos, profesionales…? Habrá quien eche una mano.