No soy capaz de dejar de fumar

¿Cuántas personas habrán pronunciado esta frase?: “No soy capaz de dejar de fumar.”

Cuántas, aun siendo muy capaces de dejarlo, han mantenido el tabaco cerca; han sentido pavor a deshacerse de él…

Cuántas se han dicho que no van a fumar y, como los cigarrillos siguen a mano, han encendido uno sintiéndose fracasados.

– Es que lo necesitaba. De veras que me hacía falta.

¡Claro! No uno, sino dos o tres cigarrillos, quizás. Las ganas de fumar no se van mágicamente. Además, cuántas de esas personas se olvidan de que dejar de fumar es un proceso.

Y este proceso comienza en un punto: En la decisión de dejar de fumar.

cigarrillo

El fumador ha de armarse de motivos que le den fuerza.

Por una parte tiene que considerar el impacto negativo que tiene la adicción en su vida:

  • el deterioro de su salud y de sus relaciones;
  • la cantidad de dinero que se le va;
  • el hecho de que está esclavizado a una sustancia…
  • y todo aquello que personalmente le afecte.

También ha de pensar en la vida que quiere; que sería lo positivo de liberarse del tabaco.

Y no estaría de más que anotara todo eso. Es más, es conveniente que lo haga; que tenga muy visibles todas esas anotaciones y que no deje de revisarlas.

Así es como toma la decisión. A lo que le sigue su plan personal. Quizás piense en hacer más ejercicio, en frecuentar lugares libres de humo, en evitar a ciertas personas con las que casi siempre termina discutiendo… (Esto es cosa de cada uno.)

Digamos que decide dejarlo por las buenas, de golpe y a la brava. Lo que le sigue a esto es deshacerse de todo aquello que tenga que ver con el tabaco, incluyendo ceniceros, encendedores y demás.

Ya sólo le queda aguantar el día sin fumar. Los cigarrillos no están. Luego, no puede fumar de ninguna manera.

Necesita pasar sólo ese día. Quizás le esperen dos o tres que sean lo mismo de duros, por los síntomas de la abstinencia. Puede que no. Porque no todas las personas experimentan lo mismo.

Pero pongamos que sí. Que lo pasa mal tres días. Tres días en los que se dará cuenta de que puede comer, dormir, levantarse, conducir y hacer muchas más cosas… sin fumar.

Quizás haya actividades que se le hagan cuesta arriba. Quizás sean 72 horas difíciles, pero sobrevivirá. ¡Seguirá entero, de una pieza!

Y, una vez pasados esos primeros días, se dará cuenta de que el resto es más fácil.

Eso sí, tendrá que seguir teniendo cerca su lista de motivos para no fumar. Tú sabes, para evitar que la nicotina lo enganche otra vez.


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