El perfeccionismo es fuente de estrés y frustración para quien lo padece. Y, además, puede perjudicar sus relaciones con las personas que le rodean.
Vamos a apuntar, a continuación, unas sugerencias prácticas y fáciles de llevar a cabo para que esta persona, con gusto exacerbado por la excelencia, se lleve mejor con su entorno.
Cierto es que el perfeccionista suele juzgarse a sí mismo más duramente que al resto.
Sin embargo, a los demás pueden venirles largas tantas puntualizaciones, observaciones, correcciones y críticas que les dedica esta persona, aun partiendo con buena intención.
¿Eres tú esa persona un poquito perfeccionista? Entonces, ahí van estas recomendaciones (por si te sirven).
1) Mencionar lo positivo
Esto es difícil cuando llevas tanto tiempo acostumbrado a fijarte en lo que está mal o en lo que falta, y a resaltarlo obviando lo positivo.
Imagina que un amigo te pide que le des tu opinión sobre un trabajo que ha hecho. Tú le dices:
— Está bien, aunque le falta esto… y esto… y esto… (y la lista sigue).
Que sí. Que tienes razón. Todo eso falta. Pero, ¿cómo crees que se sentirá tu amigo si sólo le dices lo que está mal? Por eso, déjale caer también los puntos positivos que observes.
2) Hacer cumplidos
Esta propuesta también sirve para ir fijándote más en “lo bonito” y lo bien hecho. De vez en cuando, dedica cumplidos a los demás. Así, por las buenas.
A casi todos nos gusta escuchar palabras amables de tanto en tanto.
3) Escuchar sin interrumpir
Las personas que padecen de perfeccionismo suelen tener dificultades para escuchar a quien habla sin interrumpir.
Es frecuente que estén pendientes de los errores que el otro comete y que se apresuren a corregirle o a hacerle preguntas antes de que termine de explicarse.
Sin embargo, al perfeccionista no le gusta nada que hagan esto con él/ella. Una de las experiencias más antipáticas que puede atravesar y que más le toca la moral (y la confianza en sí mismo) es que esté hablando y no se sienta escuchado.
Por tanto, aquí tienes otra recomendación sencilla: escucha y no interrumpas, así te estén contando el mayor disparate del mundo. Cuando esa persona acabe de contarte la historia, entonces es tu turno.
4) Mantener la calma en las discusiones
Lo anterior también vale para las discusiones. Es más, es muy útil para que la situación no se tense más de la cuenta.
Trata de permanecer calmado o, si ves que te cuesta, salte de ahí y luego vuelves para aclarar el tema.
5) Separar a la persona de su comportamiento
Muchas veces nos referimos a una persona teniendo en cuenta una única característica o comportamiento.
Yo también lo hago mal. Aquí mismo, en lugar de escribir “perfeccionista”, sería más correcto que escribiera: “persona con tendencia al perfeccionismo”. (No lo escribo siempre así, porque queda muy largo.)
Etiquetar queda muy mal, en cualquier caso. Por eso, quienes hacen críticas frecuentes han de tener más cuidado con este asunto procurando no adjudicar calificativos tan a la ligera. No es lo mismo decir, por ejemplo:
— Eres un cerdo. ¡Qué sucio tienes el coche!
Que… — Tienes el coche que da pena verlo desde que no lo friegas.
Quizás el otro te responderá que qué te importa a ti cómo tenga el coche. Pero reaccionará mejor que si le dedicas un adjetivo calificativo. Fijo que sí.
Todo lo anterior son detalles que ayudan a mantener un buen clima en las relaciones y a caer bien, generalmente.
Si tú eres un poco perfeccionista, sabes de la importancia de los detalles mucho más que yo. Total, qué te voy a contar.
Tan sólo ten en cuenta que las críticas que hagas a otros, aunque lleves la mejor intención del mundo, no siempre son plato de buen gusto. En especial, cuando la otra persona se da cuenta de que incides más veces en lo negativo que en lo positivo.
Porque, a ver… ¿a quien le gusta que le recuerden continuamente sólo lo que hace mal?
Aquí tienes más ideas para acabar con el perfeccionismo.
Imagen de brizzle born and bred