¿En qué consiste la adicción al teléfono móvil? ¿Crees que este problema te atañe?
Veamos cuándo el uso del teléfono traspasa los límites de lo beneficioso y qué podemos hacer si eso ocurre.
La adicción, si es que es tal, tiene los días contados para ti. Entremos en materia con optimismo.
1. Ah, el móvil… Qué difícil es no amarlo
La popularidad de los teléfonos móviles, sobre todo la de los smartphones, es incontestable. No es de extrañar, con lo útiles que son.
Estos pequeños aparatos nos ayudan a conectar con el mundo, a organizarnos y a entretenernos. Y han venido a suprimir la necesidad de usar cámaras, despertadores, agendas y otros pequeños dispositivos.
¿Para qué? Ya tenemos lo que nos hace falta en el móvil. Eso explica que se haya ganado un espacio en nuestras vidas.
Según la Oficina Estadística de la UE (Eurostat), España lidera en Europa el uso de smartphones.
- Hay 50 millones de líneas móviles en el país (más que habitantes).
- Según la Fundación Telefónica, una de cada tres personas consulta su móvil cada vez que tiene cinco minutos libres.
- El 80 % de los usuarios consulta las notificaciones del teléfono nada más despertarse.
- Prácticamente el 100 % de los usuarios vive con el teléfono al lado, incluso cuando duerme.
Eso es amor al móvil, caramba. Aunque parece un poco exagerado, ¿no?
¿Hay algún problema con que se use tanto el móvil? ¿Cuándo podemos hablar de adicción?
2. ¿Qué es la adicción al teléfono móvil?
Aunque se haya popularizado la expresión “adicto al móvil”, la mayoría de los usuarios no tenemos un problema de adicción, sino un mal hábito. Eso es lo que piensa el psicólogo Eparquio Delgado.
Se entiende que el móvil nos seduzca. Llevamos un mundo de distracciones e información en la mano.
Y es difícil resistirse a su embrujo, especialmente cuando vamos a hacer algo que no nos apetece. El móvil nos salva del tedio y la obligación. Pero de ahí a considerar el asunto una patología va un trecho largo.
Eso es lo que este psicólogo nos explica.
Además, la adicción al teléfono móvil no está reconocida (por ahora) como tal en el nuevo Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V). Si acaso, los investigadores han comparado este problema con la adicción al juego, que sí se considera una patología.
Ya que mencionamos el juego, por supuesto que puede arruinarte la vida el uso compulsivo del móvil para apostar, jugar, hacer trading en bolsa o pujar en cada subasta que encuentres. En tal caso, tu problema, más que en el móvil (que es la herramienta) está en el juego.
El móvil también es la herramienta que está detrás de otros comportamientos problemáticos, como la “adicción” a las relaciones virtuales en detrimento de las reales. O el consumo excesivo de información; esa gula que te hace saltar de un vídeo o artículo al siguiente sin poder parar.
Esos comportamientos pueden darse con móvil, con tableta o con un ordenador de escritorio. Claro que el móvil lo pone tan fácil e inmediato… Ese es el punto.
El enganche al móvil puede parecerse al de una droga. Se libera dopamina en el cerebro cada vez que miramos la pantalla y descubrimos algo nuevo. ¡Oh, qué placer! ¿Y a quién no le gusta el placer?
Vale. Ya hemos dibujado la situación:
- De un lado tenemos al móvil, fuente instantánea y continua de estímulos (placenteros).
- Del otro, millones de personas disfrutándolos.
- Y, entre esos millones, hay personas que hacen un uso excesivo del teléfono, descuidando áreas importantes de sus vidas.
3. ¿Cuándo es excesivo el uso del móvil?
Cuando el impacto del uso del teléfono en tu vida cotidiana es muy negativo:
- Desatiendes tareas (en tu trabajo o en los estudios) o postergas tus responsabilidades, dándole ese tiempo a lo que sea que hagas con el móvil.
- Te aíslas de familia y amigos, dando prioridad a las relaciones virtuales. Estas consumen la mayor parte de tu tiempo.
- Sufres el miedo de estar perdiéndote algo. Sigues las noticias y novedades constantemente. Si no puedes hacerlo, te agobias.
- Sufres nomofobia, que es el miedo excesivo a salir de casa sin teléfono móvil. O te da pánico que se caiga la red o te quedes sin batería. Quedarte desconectado es muy angustioso.
Seamos más concretos. Podemos hablar de adicción al teléfono móvil (sin emplear la expresión oficialmente, por ahora) cuando concurren 4 de los siguientes síntomas, según PsychGuides:
- La necesidad de usar el teléfono más y más a menudo para conseguir el mismo efecto placentero.
- El deseo de querer usar menos el teléfono y fracasar en cada intento.
- La preocupación por el uso excesivo del teléfono.
- El refugio en el teléfono cuando experimentas sentimientos incómodos, como ansiedad o depresión.
- La pérdida de la noción del tiempo cuando usas el teléfono.
- Has puesto en riesgo tu trabajo o una relación por el uso excesivo del móvil.
- El deseo de tener la última novedad en telefonía, más aplicaciones. O de querer usar más el móvil.
- El “mono” (o síndrome de abstinencia) que experimentas cuando estás sin teléfono o sin red: ira, estrés, depresión, nerviosismo.
En la OCU tienes un test para hacerte una idea de si tu uso del teléfono está dentro de lo razonable o si entra dentro de lo problemático.
La idea no es que te etiquetes a ti o un ser querido como “adicto”. Eso, en todo caso, le correspondería evaluarlo y diagnosticarlo a un profesional. Pero sí es útil para identificar un problema, en caso de que lo haya.
Ser consciente de que tu relación con el móvil va más allá de lo saludable es el primer paso para ocuparse del asunto.
Y te conviene tomarlo en serio, porque el abuso del móvil (como cualquier abuso) acarrea consecuencias poco agradables. ¿Cuáles?
4. Consecuencias del uso excesivo del móvil
Se deducen de lo dicho más arriba y dependerán de qué cosas en particular hagas tú con el móvil. Nombremos unas cuantas muy conocidas.
➜ Más estrés, al estar disponible o conectado las 24 horas. Llegan llamadas, mensajes instantáneos, emails o notificaciones continuamente. Si son abundantes y te sientes empujado a leer y contestar, es natural que te estreses. (Referencia)
➜ Ansiedad. Te acostumbras a la inmediatez. Estás pendiente a cada ratito de si se produce una actualización o hay una respuesta a tu mensaje. Te preocupas. En este nivel el estrés ha entrado en escalada libre.
➜ Dificultades para dormir. La exposición a luces brillantes por la noche puede afectar a la calidad del sueño. De eso ya hablamos por aquí.
➜ Pasividad, pereza, sedentarismo.
- ¿Para qué vas a jugar con otros, con lo bien que te lo pasas jugando tú solo en el móvil?
- ¿Para qué vas a pensar en el problema de matemáticas que necesitas resolver, si en dos segundos encuentras la solución en internet?
El abuso del móvil te acomoda y puede privarte de actividades físicas e intelectuales muy beneficiosas. Y eso no te hace más feliz, sino más débil y manipulable.
➜ Atención reducida y menor capacidad para concentrarse. Muchos estímulos, uno tras otro, hasta que termina pasando: tu capacidad para mantenerte concentrado ronda los 8 segundos. (Es menor que la de un pez de colores, que llega a 9.)
➜ Depresión. Interactúas poco con la gente; te saltas tu rato de ejercicio y todas esas actividades que son buenas para la salud mental. Estás estresado. Duermes mal. ¿Qué cabe esperar?
➜ Deterioro de relaciones importantes. Estás conectado en lo virtual mientras desconectas de tus interacciones reales. Para que las relaciones se mantengan sanas, hay que cuidarlas. Y eso se hace con sencillos gestos, como prestarle atención a la persona con la que estás.
5. Cómo romper con la adicción (o con el uso excesivo del móvil)
No hace falta que hablemos de una adicción. Modificar un mal hábito cuesta bastante, porque este comportamiento forma parte natural de tu rutina.
Si es tu caso y estás acostumbrado a mirar el teléfono a cada rato, va a ser difícil e incómodo mirarlo menos durante los primeros días. Pero de ahí no pasa. Y tú has hecho cosas más difíciles a estas alturas.
Podrías probar estas ideas, si quieres moderar el uso del teléfono. Se trata de que establezcas pequeñas reglas y de que las sigas:
1. Desactiva las notificaciones de las redes sociales. Elige tú la hora en la que vas a visitar tus lugares preferidos y a ponerte al día.
2. Desinstala aplicaciones que aspiran tiempo. Pongamos que tienes un juego instalado que te subyuga cada vez que entras en él. “Venga, 5 minutos más.” Quítalo del móvil. Si acaso, instálalo en la tableta o en el PC.
3. Proponte no usar el teléfono mientras estás conversando con otra persona. Es una de esas reglas personales que puedes ponerte para prestar atención a lo que estás haciendo: No miraré el móvil mientras hablo con alguien, estoy en la iglesia o practicando sexo.
4. Traza tus límites en el trabajo, estudios u otras responsabilidades. Por ejemplo, el de no mirar el móvil antes de haber terminado X tarea o hasta las 11 de la mañana.
5. Sal a pasear sin teléfono. Atrévete. Lo has hecho antes y te has divertido. Retoma la experiencia de salir de vez en cuando sin el móvil.
6. No uses el teléfono mientras estás en movimiento. Podrías decidir no mirar el teléfono mientras caminas. O mientras conduces. Además de estar prohibido, es peligrosísimo.
7. Ponle una funda hortera al móvil. Así te dan menos ganas de sacarlo cada dos por tres.
8. Pásate al “sillyphone” durante una temporada o indefinidamente. Hay famosos que se han pasado a los teléfonos antiguos (esos que sirven para llamar y poco más). Y muchas otras personas toman la misma iniciativa para recortar el tiempo diario que pasan pegados a una pantalla.
Son ideas, entre muchas otras que te vendrán a la cabeza en cuanto le des cancha a tu creatividad.
Empieza recortando en una cosita. Cuando te salga, recortas en otra. Así, hasta llegar al uso del móvil que tú consideras adecuado.
¿Y si, por más que pruebes, no te sale? En tal caso, podrías buscar apoyo en el entorno. Este no es un problema “raro”. Cada vez lo tienen más personas.
Si eres estudiante, puedes empezar preguntando en tu mismo centro de estudios. Si no lo eres, puedes hacerlo en un Centro de Salud.
Hay profesionales que te ayudarán a entender cuál es el motivo que hay detrás de ese comportamiento incontrolable. Y que te guiarán para que establezcas una relación más sana con la tecnología.
Ya verás como, al final, tú eres quien manda sobre el teléfono y no él sobre ti. Y eso va a ocurrir pronto, en cuanto tomes la decisión de coger las riendas.