Dejar de fumar es estresante. ¿Quién lo duda? Lo es, especialmente, cuando quieres dejarlo después de estar fumando durante muchos años.
Los cambios que realizas en tu rutina diaria se ven obstaculizados por esos molestos síntomas de la abstinencia; por el estreñimiento, por los dolores de cabeza o las nauseas. Y, si no estás pendiente, cualquiera de esos síntomas puede hacerte volver a las andadas.
Esa guerra interna es conocida por ti.
Por eso es necesario anticiparse al estrés para que no te pille por sorpresa y, llegado el momento difícil, puedas tener recursos para afrontarlo sin considerar la posibilidad de encender un cigarrillo y mandar tu meta a la porra.
El asunto comienza desde que eliges una fecha para dejar de fumar.
Encontrar una fecha prácticamente vacía de estrés es imposible. Como adultos, cada uno tiene sus responsabilidades y asuntos que afrontar. Es muy raro encontrar un lapso de tiempo donde no ocurra nada estresante.
Puedes dejar de fumar en vacaciones. Pero incluso éstas tienen su parte de estrés. Además, no son eternas. Pronto vuelves a lo de todos los días y ahí has de vértelas con los cambios.
Lo que está totalmente descartado es proponerte dejar el tabaco mientras estás superando eventos como un divorcio o una tragedia familiar. Añadir estrés a una situación muy estresante NO es una buena idea.
Has de elegir una fecha donde, en general, la situación esté más o menos controlada.
Días en los que, aun cumpliendo con tus obligaciones, puedas tomarte un tiempo para pasear, para tomar un baño tranquilo, para jugar con tu perro o para practicar tu hobby.
Son esas actividades las que te ayudarán a mantener el estrés a raya y a ir superando las molestias de la abstinencia.
Porque estrés sí vas a sentir. Es lo más probable, al menos en los primeros días. Pero, si ya vas listo para manejarlo, la situación no es tan dura.
Otro recurso, que te vendrá como anillo al dedo, es el apoyo de tus amigos, de tu familia, de la gente que lo esté dejando contigo o de la que encuentres por Internet. Un abrazo (virtual o real) desestresa de lo lindo.
También desestresa el ejercicio físico. Quién necesita la nicotina para liberar endorfinas cuando puedes ponerte a bailar, saltar o jugar…
Al principio, no aguantas demasiado, pero cuando vas cogiendo ritmo ves la recompensa. No sólo dejas de fumar, sino que te pasas al bando de la buena salud.
Conclusión: Ten en cuenta el factor estrés. Cuando dejes de fumar, una porción de este llegará a tu vida. Sé previsor y haz uso de los recursos a tu alcance para salir airoso.