¿Cómo te las arreglas para controlar el estrés del trabajo?
La mayoría de las personas que trabajan (con o sin remuneración) saben lo que es estresarse en esta área que ocupa tantas horas de la vida.
Puede que realicen una actividad muy dura o que, aun siendo un trabajo “apacible”, atraviesen días difíciles.
El caso es que muchos vivimos la experiencia en algún momento.
Quizás no nos damos cuenta, porque el estrés se traduzca en dolorcillos más frecuentes de cabeza o en dificultades para conciliar el sueño, que atribuimos a cualquier otra causa.
Si los días difíciles persisten, el estrés comienza a hacerse más visible: mal humor, dificultades en la concentración, fatiga, etc. Y, en ese punto, no tenemos dudas reconociéndolo: ¡Maldito estrés!
Atémoslo en corto, si te parece. Sirva esta entrada para recordar simples y efectivas prácticas que nos ayudarán a manejar el estrés que se deriva de nuestras ocupaciones diarias.
1. Deja el trabajo en el trabajo
Terminada la jornada de trabajo, desconecta. Esto es complicado. Porque, gracias a los adelantos tecnológicos, te pueden localizar a cualquier hora.
No obstante, establece tus límites y procura que el mundo los respete. Trata de no mirar el e-mail del trabajo o los mensajes que te mande el jefe (a no ser que juegues el puesto si no lo haces).
Necesitas ese tiempo para descansar y volver al día siguiente con las pilas cargadas.
Si trabajas en casa, el asunto requiere que tomes medidas accesorias para distanciarte. Por ejemplo, separar físicamente el lugar de trabajo del lugar donde realizas otras actividades y, por supuesto, respetar un horario fijo de trabajo.
2. Establece prioridades
Revisa las tareas que tienes que hacer. Identifica las más importantes. De ésas, elige una y ponte con ella cuando tienes más energía. (Digamos, a primera hora de la mañana.)
Mientras estás trabajando, céntrate sólo en ésa. Trata de no mezclarla con otras tareas secundarias y evita las distracciones (como consultar el correo).
El resto de tareas importantes distribúyelas según tus picos de energía. Haz lo más difícil en tus horas más productivas.
Por ejemplo: Yo me ocupo de dos tareas importantes por la mañana (cuando tengo la mente fresca). A ésas les siguen tareas secundarias.
Y, por la tarde, cuando ya he descansado, hago la otra “tarea gorda” del día.
3. Actúa sobre lo que desencadena tu estrés
Identifica qué es lo que te pone de los nervios, para que puedas encontrar el modo de arreglarlo (o minimizar sus efectos).
A mí me estresa el trabajo bajo presión. Hay personas rinden más cuando tienen que realizar una tarea en tiempo récord… Pero a mí esto me paraliza.
Lo que hago es tratar de evitar esas situaciones en las que tengo que trabajar con prisas. Elaboro un plan cuidadoso de trabajo y lo sigo.
¿Qué es lo que a ti te estresa en el trabajo? Los desplazamientos, el ruido, el desorden, la interacción con los compañeros, etc.
Sea lo que sea, pon en práctica ideas para arreglar ese punto. Ejemplos: Salir unos minutos antes de casa, practicar ejercicios respiratorios en los descansos, escuchar música o irte derechito al gimnasio cuando salgas del trabajo para sacudirte el estrés.
4. Al mal paso, dale prisa
Uno de los puntos más estresantes (al que he querido dedicar su propio apartado) es éste: “El mal paso”.
“Mal paso” puede ser una conversación con el jefe o con un cliente difícil. Puede ser una discusión no resuelta con un compañero de trabajo. Puede ser una llamada telefónica o cualquier otra tarea que postergas porque te resulta desagradable.
Trata de no dejarla pululando en tu cabeza y quítatela de en medio lo antes que puedas.
5. Diviértete
Tómate en serio las actividades lúdicas y de esparcimiento. No esperes a estar agobiado perdido. Las actividades que te gustan relajarán tu mente y te darán energía.
¿Cuáles? Una tarde en el cine, una excursión con amigos, un hobby que te llama la atención, etc. Esas cosas que te hacen disfrutar las conoces tú mejor que nadie. ¡Añade saludable diversión a tus días!
Bueno, excluye lo de irte de parranda y aparecer mañana en el trabajo con una resaca monumental. Eso sí podría acarrear consecuencias estresantes… 😆
De vez en cuando, está bien recordar ideas sencillas como las que hemos visto. Así las tenemos muy presentes y podemos seguir practicándolas, ¿no crees? 😉
Imagen de a n i. Y.