Tristeza sin razón aparente: 7 posibles causas

Esta entrada habla sobre la tristeza sin razón aparente. Es decir, una tristeza que, de primeras, no achacarías a un fracaso, a una pérdida, a una decepción amorosa o a otro motivo que la haga más evidente.

Situémonos en escena.

Transcurre tu vida por su curso apacible. Y un día, de buenas a primeras, le prestas atención a una emoción incómoda que ha venido a visitarte: la tristeza.

– Pero, bueno… ¿Qué haces tú aquí? ¿Por qué me siento triste sin razón?

Estás triste y no te lo explicas. Qué fastidio. ¿Por qué no remontan tus ánimos?

Quieres liberarte de la tristeza sin razón aparente. Peleas con ella. Pero la muy rebelde insiste en quedarse contigo hasta que la escuches.

La función de las emociones incómodas es esa: informarte de que algo no anda bien. En el caso de la tristeza, su cometido es decirte que hay una carencia.

¿Carencia? ¿Carencia de qué?

retrovisor tras la lluvia que cae en el cristal

Eso es lo que vamos a explorar en esta entrada. La tristeza está ahí por un motivo y tu reto será averiguar cuál es. Aquí tienes algunas posibilidades.

Pero, ¡ojo! No vale que te autodiagnostiques a la brava. Este es un artículo educativo para ayudarte a explorar y no sustituye el diagnóstico de un profesional de la salud que estudie tu caso.

¿Por qué me siento triste si todo va bien?

Vamos a empezar por lo más básico. La tristeza puede estar señalando que tus hábitos alimenticios están lejos de lo saludable. 

1. Una alimentación desequilibrada puede perjudicar tu ánimo

Varios estudios han señalado la relación entre alimentación y estado de ánimo.

A continuación, te presento cinco tipos de alimentos que pueden influir negativamente en tu bienestar emocional:

  1. Carbohidratos refinados
  2. Azúcar
  3. Edulcorantes artificiales (aspartame)
  4. Grasas trans (TFA)
  5. Comidas procesadas

Vamos por orden.

1. Carbohidratos refinados

¿Qué son? Aquí te lo cuentan:

En esencia, son alimentos que han sido procesados. Y, debido a ello, han perdido nutrientes importantes, como vitaminas y fibra.

Magdalenas, bizcochos, tartas, galletas, refrescos, etc. Aportan muchas calorías, pero tienen escaso valor nutritivo.

Además de que engordan, los carbohidratos refinados son alimentos ligados al riesgo de padecer depresión, sobre todo en mujeres posmenopáusicas.

Ten presente que esto no son verdades escritas en piedra. Continuamente aparecen estudios nuevos para confirmar o desdecir los anteriores. Pero el nexo se va confirmando.

Los carbohidratos refinados (sin fibra) aparentemente afectan de manera negativa a los ánimos. Mientras que el consumo de alimentos con fibra parece que disminuye el riesgo de depresión.

2. Azúcar

Un exceso en el consumo de azúcar aumenta los niveles de inflamación en el cuerpo y en el cerebro. Y, al parecer, eso está conectado con un mayor riesgo de depresión.

Si padeces depresión (y no lo sabes) los síntomas empeoran con un consumo excesivo de azúcar y alimentos ultraprocesados. (Estudio)

Y si padeces de ansiedad, también puede haber un empeoramiento de los síntomas, como nos cuentan en Psychology Today.

¿Cómo te quedas? ¿Y si tu tristeza inexplicable se arreglara consumiendo menos azúcar y más alimentos que combatan la inflamación?

Alimentos como: tomates, aceite de oliva, almendras, nueces, vegetales de hoja verde (espinacas, acelgas, kale…). Seguro que la lista te es familiar.

Seguimos con la nuestra. Si malo era enero (el azúcar), peor era febrero (el aspartame).

3. Aspartamo o Aspartame

Los edulcorantes artificiales están en un sinnúmero de alimentos, incluyendo productos farmacéuticos.

Uno de los componentes principales del aspartame, la fenilalanina, al parecer, disminuye los niveles de serotonina en el cerebro. Y eso contribuye con la depresión. (Estudio)

Dicho de manera muy simple: a menos serotonina, menos felicidad.

Si buscas información sobre el aspartame, te deprimirás sin probarlo siquiera. Parece que de sano tiene poquito.

Un día, hablando del problema con mi dentista (ya que el aspartame tampoco hace felices a los dientes), le pregunté cómo veía ella utilizar edulcorantes que tienen buena fama. ¿Qué tal la estevia?

Y ella me sugirió que lo más sano es ir recortando en endulzantes (de cualquier tipo), para ir acostumbrando el paladar a sabores menos dulces.

una chica triste bebe café

Ya sabes. Si le quitas un poquitín de dulzor al café o cambias un refresco embotellado por un vaso de agua fresca, colaboras con tu salud física y con la emocional.

4. Las grasas “trans”

Las grasas trans son un tipo de grasa que se forma cuando el aceite líquido se transforma en una grasa sólida añadiendo hidrógenos. Este proceso se llama hidrogenación y sirve para incrementar el tiempo de vida útil de los alimentos.

Así se obtienen grasas y aceites para freír que son muy útiles para la industria alimentaria, puesto que ayudan a mejorar la perdurabilidad, el sabor y la textura de los productos.

Ejemplos: Patatas fritas en bolsa (u otros snacks), bollería industrial, margarinas.

Además de obstruir las arterias, estas grasas trans aumentan el riesgo de depresión hasta en un 48 %, según un estudio del Instituto de Salud Carlos III y la Universidad de Navarra.

5. Las comidas procesadas

En oposición a los alimentos frescos, los alimentos procesados son esos que han sufrido alguna variación.

El supermercado está lleno de alimentos procesados de punta a punta. Los hay desde mínimamente procesados (frutos secos, verduras en su bolsa) a los altamente procesados (pizzas u otras comidas preparadas). Cuanto más procesado, peor.

Si tu dieta se basa exclusivamente en este tipo de alimentos y no incluyes alimentos frescos, el riesgo de depresión aumenta. (Estudio)

Al menos, aumenta para personas de mediana edad que llevan años alimentándose de esta manera. Eso parece.

Nos hemos detenido en la comida, por ser un pilar básico del bienestar. La sugerencia que se desprende de lo anterior es: intenta comer más sano.

Hay personas que piensan que la tristeza puede surgir únicamente por males emocionales. Y no. También puede deberse a que no se está cuidando el cuerpo con el esmero necesario.

2. La fatiga física y mental pesa más de lo que parece

Muchas veces del cansancio físico te recuperas fácilmente. Después de un día o de una temporada intensa, te tomas un descanso. Y, ¡hala! Como nuevo.

Eso es lo suyo. Porque, si no descansas y sigues adelante a pesar de estar hecho polvo, la fatiga física puede convertirse también en fatiga mental.

La observas en señales como: somnolencia, dificultad para concentrarte, baja productividad (por tanto) o bajón en el estado anímico, sí.

Las dos cosas están muy conectadas: si estás hecho polvo, puedes sentirte mentalmente fatigado. Y si estás mentalmente cansado, también puedes notar cansancio físico.

¿No estás especialmente cansado? ¿Más bien disperso y con la cabeza en las nubes la mayor parte del día?

Entonces, la causa puede no ser tanto física, sino más bien mental o emocional.

un chico está cansado o triste sin razón, hecho un ovillo junto a un muro

3. Tu mente divaga hacia pensamientos tristes

Hasta el año 2010, por un estudio de la Universidad de Harvard, se pensaba que una mente errante, incapaz de centrarse en el momento presente, podía despertar esa sensación de tristeza.

Cuando la mayor parte del tiempo no estás pendiente de lo que ocurre, sino de lo bueno que ya no está, de lo malo que está por venir y de otras cuestiones poco alegres, normal. Muy animado no regresarás al presente.

Después, han llegado otros estudios a matizar. Y nos dicen que funciona al revés: cuando estás triste, más propenso eres a perderte por pensamientos tristes. (Estudio)

Al recurrir a ellos con más frecuencia, refuerzas la emoción negativa.

Y la “gracia” es que tú puedes estar triste, sin ser consciente de que estás triste o deprimido. ¿Has escuchado hablar de la depresión sonriente?

4. Podrías estar sonriendo… y deprimido a la vez

Es chocante, ¿no?

Con frecuencia, uno asocia la depresión a un rostro triste y a la falta de energía para funcionar en la vida cotidiana. Pero no todo el mundo se deprime de la misma manera.

Nos lo explican en Psychology Today: la depresión sonriente existe.

una mujer oculta su depresión sonriente tras un antifaz

La persona que experimenta este tipo de depresión parece feliz, sonríe de cara al exterior y realiza sus actividades cotidianas con normalidad.

La depresión pasa inadvertida para el entorno e incluso puede pasar inadvertida para la persona afectada. Pero los síntomas de la depresión están ahí, aunque no trasluzcan al exterior.

Esa es la explicación de la tristeza intensa y persistente que sufre esta persona. Una tristeza que, tal vez, no se traduzca en lágrimas, sino en la sensación constante de que “algo no anda bien” en su vida.

Otras veces la persona sí es consciente de su tristeza (y de otros síntomas de su depresión), pero opta por seguir adelante con su rutina o por ponerse una máscara enfrente de los demás.

¿Para no preocuparles? ¿No molestar? ¿No parecer débil?

Como sea, su malestar seguirá mientras no se decida a darle la cara al problema y a hablar del mismo con personas que quieran apoyarle.

Esa es la buena noticia: la mejoría llega cuando, tras hacer caso a sus sentimientos, decide compartirlos, haciendo a un lado el miedo a ser una carga o a no parecer fuerte.

5. Te falta luz natural. (No vale solo la de casa.)

Llegan los meses del año con menos horas de luz solar. Tú notas que estás más cansado, que te cuesta más dormir o concentrarte y también que estás más triste.

Este tipo de depresión invernal se parece en sus síntomas a cualquier otra depresión. Estos pueden ser severos o bastante manejables y durar pocos días, en tanto te acostumbras al nuevo ritmo de la estación.

La falta de luz, en general, se relaciona con un peor estado de ánimo, como nos comentan en este artículo.

Sea la estación que sea, si pasas la mayor parte de tiempo encerrado en tu habitación a oscuras o con una luz tenue, ahí tienes una probable explicación de tu tristeza.

El remedio es evidente, ¿a que sí? Una mejor iluminación y más tiempo aprovechando las horas de luz solar. 

6. La rutina se ha apoderado de tus días

No estás envuelto en grandes conflictos ni dilemas. Pero el ir y venir de la rutina, que siempre es la misma, fue minando tu entusiasmo.

La insatisfacción, el cansancio y la apatía hacia los pequeños sucesos cotidianos se condensan en una tristeza difícil de explicar.

Hay muchas personas atrapadas en una rutina de ladrillo que quieren vivir de manera diferente y recuperar la ilusión.

Aunque tengan la sensación de que pasarán el resto de sus días atrapados, no será así. El cambio llegará inevitablemente, tarde o temprano.

Si tú estás en esta situación, asume tu responsabilidad. Date poder para cambiar el panorama. No tienes por qué resignarte. (Esa es la sugerencia.)

Puedes empezar por hacer pequeños cambios en la rutina, aunque no te apetezcan, para ir despertando del letargo. Arréglatelas para añadir un poquito de variedad en tus días.

7. No tienes un motivo que te despierte por las mañanas

En estos tiempos modernos, preferimos conseguir lo que queremos rápidamente. Y no está mal.

Pero hay objetivos que no se consiguen enseguida. Necesitas recorrer un camino que, por rápido que te muevas, te llevará un tiempo recorrerlo.

En contra de ser un fastidio, los objetivos a medio-largo plazo le dan un sabor muy especial a los días.

Los objetivos sirven para conectar lo que haces a diario con lo que es más importante para ti: le dan un rumbo a tu vida.

el telescopio apunta hacia un hermoso horizonte

Si no tienes rumbo, te pierdes, te desorientas. Y, cuando reflexionas sobre ello, pueden aparecer pensamientos, como: ¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Hacia dónde voy?

Esa es otra posibilidad. Por ahí pueden ir los tiros de tu tristeza. Y esta se va desvaneciendo, como bien deduces, poniéndote algún horizonte y empezando a caminar hacia él.

¿Qué horizonte? Las posibilidades son tan inmensas como estires la imaginación:

  • Conseguir metas en un deporte u otra afición personal.
  • Aprender sobre un área del conocimiento determinada.
  • Conseguir la libertad financiera.
  • Fundar una familia.
  • Adquirir hábitos saludables.
  • Etc.

Como objetivo, vale aquel que sea importante para ti, en lo personal o en lo profesional.

Y también vale aquel que va a sobrevivirte, como contribuir con causas donde muchas personas están involucradas: derechos humanos, derechos de los animales, cuidado medioambiental… Hay muchísimas áreas donde puedes aportar.

Compruébalo. Estás más motivado cuando tienes horizontes.

¿Qué puedes hacer con esa tristeza sin razón aparente?

Por mi parte, he intentado recopilar siete causas de tristeza, cuya intención es ayudarte a explorar. No son una lista definitiva.

Puede que tu tristeza venga de una de ellas. O tal vez de algo que ni siquiera imaginabas, y que empieza a salir a la luz cuando te detienes a observar con atención.

La tristeza no siempre viene con etiquetas claras. A veces se presenta como una molestia vaga, un cansancio que no se va, una inquietud sorda que te acompaña sin dar explicaciones.

Pero siempre tiene algo que decirte.

No es tu enemiga. Es una señal. Y como toda señal, lo mejor que puedes hacer con ella… es escucharla.

Tómate el tiempo para explorar. Observa tus hábitos, tus pensamientos, tus rutinas. Habla si necesitas ayuda. Y recuerda que entender lo que sientes es el primer paso para empezar a sentirte mejor.

Muchas gracias por leer.

Estudió y trabajó en Educación Especial. Desde 2010 escribe sobre desarrollo personal en esta página.

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