Cualquier día es bueno para incorporar un cambio en nuestras vidas que, como consecuencia, nos traiga un poquito más de felicidad, que es lo que todos queremos.
¿Por qué elegir un lunes, entonces?
Realmente, no hace falta que sea lunes. Sin embargo, al estar este día asociado al comienzo de la semana laboral, también podemos asociarlo con el comienzo o con el fin de un hábito.
Eso nos puede brindar algo de motivación adicional a la hora de enfrentarnos con el inicio de la semana.
Motivación. Ésa es la palabra mágica. Vamos a reforzarla con sanas propuestas, con las que es más probable que no perdamos la sonrisa a lo largo del día. Apuntémoslas…
1- Despertar a una hora razonable
Siempre que sea posible, es recomendable abrir los ojos con más tiempo del que lleva quitarse las legañas, darse cuatro brochazos y salir escopetado hasta el trabajo.
Qué diferencia con amanecer tranquilamente, hacer algo de ejercicio, ducharse, desayunar bien y luego salir de casa…
Se haga lo que se haga en esta sagrada hora matinal, lo que cuenta es no ir con la hora pegada a la retaguardia.
2- Situarse, una vez que suena el despertador
Yo a veces despierto con una desorientación que me dura varias horas o hasta que ingiero cafeína suficiente como para despertar a todo el equipo de guardaespaldas del Papa. Eso no son arreglos…
Lo suyo es que suene el despertador y nos situemos mentalmente en el día que es y en lo que nos espera, sobre todo en lo segundo. «Sí, es lunes. ¡Qué horror!» Digo… «¡Qué maravilla!»
3- Mirarse en el espejo con absoluta admiración
A veces sale esto en las películas. Un personaje posa ante el espejo y habla consigo mismo para darse ánimos.
Lo gracioso es que, por peliculero que sea… ¡funciona! «¡Venga, que tú puedes!» «¡Qué grande eres, chaval!» «Guapa, guapa y guapa…»
Piensa en lo que más te gustaría escuchar y te lo dices a ti mismo. ¡Qué menos!
¿Cómo? ¿Que no te sale? A mí, tampoco. Pero habrá a quien le sirva.
Sigamos con las ideas…
4- Ponerse guapo
Dúchate, perfúmate (disfruta de lo bien que hueles). Vístete con ropa limpia y de colores que te favorezcan.
Si hoy no tienes pensado ir a ninguna parte, también.
5- Echar un vistazo a las noticias
Sí, unos minutos. Lo justo para saber por dónde va el mundo. Al menos, que estés al tanto si un asteroide se aproxima a la Tierra y su impacto es inminente.
Yo no suelo pasar mucho tiempo informándome sobre la actualidad.
Por si te sirve, una dosis de información que supere los treinta minutos, me deprime sobremanera, ya que la mayoría de los sucesos que ocupan los titulares son noticias nefastas. Con quince minutos tengo y me sobra.
6- Desayunar
No, una taza de café no es suficiente. Hay que hacer un desayuno más nutritivo, para poder con el día que se avecina y que no sea el día el que pueda con nosotros.
7- Hacer nuestro esquema mental del día
Ahora sí. Repasemos qué es lo que tenemos que hacer hoy y organicémonos.
Mejor si usamos una agenda. Si confiamos únicamente en nuestra portentosa memoria es posible que nos despistemos alguna vez y nos dejemos algo importante atrás.
8- Ir a trabajar tranquilamente
Vamos, lo más tranquilamente que se pueda, contando con todas las circunstancias que nos rodean…
Por cierto, estudiar o estar buscando empleo, también son trabajos.
9- Respirar profundamente y contar hasta tres cuando llegue la primera molestia
Esto es, por ejemplo, cuando cometamos un error espantoso, cuando un compañero de trabajo nos saque de quicio, cuando el jefe piense que nuestro propósito en la vida es servirle, etc.
¿Cómo vamos a frustrarnos o a ponernos de mal humor con algo que no es tan importante? Calma, calma… Que te resbale un poquito…
10- Hacer descansos periódicos
Quizás cinco o diez minutos a la hora o cada dos horas (dependiendo de la actividad). Es algo razonable.
Mejorará nuestra productividad y estaremos más relajados. No es una pérdida de tiempo, en absoluto.
11- Terminar todo lo que sea posible antes de que termine el día laborable
Sí, pero si llega la hora de salir de trabajar y no has terminado, lo dejas donde está y mañana será otro día.
Es posible que, en circunstancias excepcionales, uno trabaje más de ocho horas diarias, pero no hay que acostumbrarse (y mucho menos al jefe).
No asumas que la jornada de trabajo es más larga de lo que es.
12- Disfrutar de un hobby después del trabajo
Si lo tienes, perfecto. Si no, puede ser un buen momento para elegir uno.
Debe ser algo que te divierta: salir por ahí, leer, ir al cine, construir maquetas de barcos… lo que sea que aleje tu mente del trabajo. Hay muchísimas opciones a tu alcance.
¡Y no olvides tu vida social!
13- Cenar
Comer algo ligero hará que descansemos mucho mejor que si nos vamos a la cama con el estómago vacío o después de un atracón.
Confieso que, por ahora, yo hago fatal esta parte, pero estoy por cambiarla en breve.
14- Desconectar y relajarse
Elige tu actividad preferida para ir desconectándote mentalmente del ajetreo y para que cuando caigas en la cama no tengas que contar centenares de ovejitas antes de quedarte dormido. Felices sueños.
Como ves, todos estos puntos son de sentido común. La mayoría de nosotros los conocemos. ¡Funcionan! ¿Por qué no incorporarlos entonces a nuestra vida?
Adaptado de: «Ways To Live a Better Life«, Steve Scott.