Esta entrada repasa ideas para dejar atrás el rencor. Es útil recordarlas y tenerlas presentes para aplicarlas en nuestro beneficio.
La idea de fondo es procesar lo ocurrido y dejarlo ir para que no nos perjudique.
El rencor es un sentimiento desagradable, triste y, sobre todo, injusto. Surge después de que nos hayamos sentido heridos a manos de alguien y vive en nosotros, manteniendo el dolor en el tiempo, cuando quizás quien nos hirió esté tranquilo y sin acordarse de la ofensa.
¿No es injusto que perviva el sufrimiento en el alma por tiempo indefinido?
El rencor nace tras el dolor para que éste no caiga en el olvido. Puede incluso intensificarlo y servir de excusa a la venganza, que llega para compensar tanto sufrimiento.
¿Lo compensa?
¿Compensa ver sufrir a quien nos hizo sufrir? Hay que ver cómo corroe el alma el sufrimiento.
No tenemos por qué sufrir más de lo que sufrimos la primera vez ni por qué cederle nuestro valioso tiempo de vida al resentimiento.
Guardar rencor es guardar dolor y hoy atisbaremos el camino para liberarnos de él.
Veamos los 8 consejos para dejar de guardar rencor que aparecen en PsychCentral:

1 Conocer el problema
Obviamente, el primer paso para resolver una situación es conocerla y reconocerla, analizarla. ¿Qué es exactamente lo que nos hace seguir guardando rencor?
Hemos de identificar las emociones que hay detrás del rencor y cómo afectan a nuestra vida diaria.
2 Dejar salir esos sentimientos
Compartirlos. Hablar del daño con la persona que lo provocó y, si no es posible, con otra persona que esté dispuesta a escucharnos.
La cosa es abrir la ventana para que se refresque un poco el alma.
Y, si el asunto es serio, para eso están los grupos de apoyo y la ayuda profesional.
3 Practicar la empatía
En la medida de lo posible, hay que intentar ponerse en el lugar de quien nos hirió. No para justificarlo, sino para comprenderlo.
Entender al otro ayuda en la curación de las heridas. Y en la reconciliación, si cabe en este caso.
4 Aceptación
Uno ha de curarse. No importa si quien nos hirió ni se acuerda de que lo hizo o si, por el contrario, vive con el remordimiento a cuestas.
Importa lo que está en nuestra mano, qué es lo que sentimos nosotros. Tanto si nos piden disculpas como si no; si nos dan una explicación como si se la guardan.
Nuestra decisión de curarnos no estará condicionada por lo que la otra persona haga al respecto.
5 Dejar de recrearse en el dolor
Una vez que se ha decidido seguir adelante y curarse, no hay que remover la herida ni escarbar. (Lo mismo que con una herida física.)
Si aparece el asunto en una conversación, por ejemplo, lo sano es cambiar de tema.
6 Quedarse con lo positivo
Incluso de las experiencias más desgarradoras puede sacarse algo bueno.
Si se trata de un aprendizaje, ya ha habido un beneficio, que en este caso nos ayudará a comprender mejor otras situaciones en un futuro.
Esta actitud también ayuda a liberarse del resentimiento, pudiendo llegar al siguiente paso.
7 Dejar marchar el dolor
Cuanto más tiempo esté el rencor en nuestra alma, más difícil es el perdón. El rencor nos priva de momentos de felicidad, de paz interior y, por el contrario, puede generar un desasosiego que no le haga ningún bien a nuestra salud.
Si ya sufrimos en el pasado, ¿por qué tenemos que seguir haciéndolo? Esa es la mejor razón para abrirle definitivamente la puerta de salida al rencor.
8 Perdonar
Perdonar no es lo mismo que olvidar. Si llevamos a cuestas un dolor muy intenso, no lo olvidaremos fácilmente pero el tiempo ayudará a que la herida cicatrice.
Perdonar consiste en dejar de pensar en el daño que nos hizo otro. Es una liberación.
Nadie es perfecto y otras personas tendrán que hacer esto mismo por nosotros: olvidar la ofensa, sanarse, caminar en paz.
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Me quedo con la última fase: el perdón. Y sigo pensando que todos tenemos algo que perdonar y por lo que ser perdonados.
Hemos de aprender a dejar de pensar en el dolor para que, poco a poco, la paz nos ilumine. Así es como el rencor desaparece.